Escribir aumenta la actividad mental

La tecnología ha provocado que la escritura manual pase a segundo plano. Sin embargo, este modo de escribir es un ejercicio cognitivo excelente, que contribuye a impulsar la inteligencia y las funciones cognitivas de las personas. “De hecho, la escritura a mano es una habilidad que nos permite adquirir nuevos conocimientos, por ejemplo, a través de la toma de apuntes en una clase. El acto de escribir requiere un alto nivel de especialización y coordinación hemisférica, ya que implica la integración de movimiento, tacto e ideas, necesaria para plasmar nuestros pensamientos en un papel. La escritura manual constituye un ejercicio mental que estimula constantemente el desarrollo de conexiones neuronales y favorece la autorregulación, la autodisciplina, la voluntad y la perseverancia.

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Dr. Jorge González H.

La neurociencia ha demostrado que escribir a mano ayuda a fomentar el desarrollo cerebral y a activar múltiples funciones cognitivas”, detalla el doctor Jorge González H., profesor asistente de la Facultad de Medicina UC y neurólogo de Red de Salud UC CHRISTUS.

Hay estudios que muestran que la precocidad y calidad del aprendizaje de la escritura en un niño se relaciona con un mejor aprendizaje académico posterior. “Es sabido que alumnos que toman apuntes a mano tienen mejores calificaciones que aquellos que lo hacen a través de un computador y, con ello, se puede especular que el pulsar una tecla representa un estímulo cerebral bastante más restringido que dibujar una letra”, añade el experto.

ESCRIBIR FOMENTA LA ACTIVIDAD MENTAL

Es un hecho que cuando utilizamos nuestro puño y letra, organizamos los pensamientos para plasmarlos, coordinamos nuestra vista con nuestro movimiento de la mano y sintetizamos nuestras ideas. Las funciones de los diferentes lóbulos cerebrales implicados en la acción de escribir son las siguientes:

  • Lóbulo frontal: se encarga del razonamiento y abstracción de lo que se va a escribir y de planificar la disposición en el soporte.
  • Lóbulo temporal: realiza la discriminación gráfico-fonológica, es decir, trata de identificar cada sonido con la letra que le corresponde.
  • Lóbulo parietal: se ocupa de la coordinación óculo-manual para dar lugar al escrito.
  • Lóbulo occipital: reconoce las diferentes letras escritas.
TRES PROCESOS CEREBRALES

Cuando escribimos a mano, activamos capacidades más complejas de nuestro cerebro porque se siguen tres procesos cerebrales:

  1. Visualmente: vemos lo que está en nuestro papel.
  2. Habilidad motora: hacemos uso de nuestras habilidades de motricidad cuando ponemos el lápiz sobre el papel y trazamos las letras.
  3. Cognitivamente: recordar la forma de cada letra requiere un tipo diferente de respuesta del cerebro.
¿A QUÉ SE DEBE ESTA RELACIÓN?

El aprendizaje se potencia cuando se adquiere y se relaciona entre diferentes órganos de los sentidos. “En el caso del lenguaje, aprendemos a descifrar el código lingüístico a través de la escucha, que permite la comprensión; de la visión en el caso de la lectura, y de las memorias kinestésicas y motrices para la escritura”, explica el doctor González.

Las diferentes modalidades sensoriales ingresan al cerebro en forma paralela, es decir, hay centros y vías para la visión, la audición y el tacto que son distintas para cada modalidad. De modo que, “al aprender a escribir a mano, debe desarrollarse un área del cerebro que asocie la información visual y verbal con la kinestésica y la motora. Esto implica el desarrollo de nuevas conexiones neuronales y el despertar de regiones cerebrales específicas para estas acciones”.

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MÁS BENEFICIOS

El aprendizaje de la escritura a mano requiere la posesión de ciertas habilidades neurológicas, pero a su vez favorece el desarrollo de nuevas destrezas con el correspondiente correlato en las regiones cerebrales específicas. “Aquí podemos mencionar el giro fusiforme, relacionado con el reconocimiento de las letras; las regiones parietales posteriores del cerebro, referidas a habilidades lectoras; y regiones prefrontales, que dicen relación con las actividades ejecutivo-motoras”, detalla el neurólogo.

La escritura es un reflejo de la actividad cognitiva de cada persona y nos da información personal de cada uno. De hecho, escribir implica poner en marcha tres importantes procesos mentales: la percepción, a través de la cual se captan los estímulos necesarios (tipo de soporte sobre el qué escribir, las herramientas para hacerlo y la orden sobre lo que hay que escribir); la decisión, fase en la cual se decide y planifica lo que se va a escribir, y la ejecución, que es el momento que implica la coordinación para dar salida al texto escrito.

¿QUÉ SON LAS HABILIDADES CEREBRALES?

Se refieren a destrezas de la vida diaria que poseen correlatos conocidos con estructuras cerebrales: lenguaje, atención, memoria y habilidades motrices, entre otras, especifica el doctor González. “Cuando una persona escribe a mano, se estimulan áreas cerebrales relacionadas con el reconocimiento de imágenes, lectura, atención, funciones ejecutivas, memorias kinestésicas y funciones motrices finas”, asegura el especialista.

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