Padres: manténganse alerta con sus hijos frente al uso y abuso de la tecnología

La irrupción de la tecnología ha tenido un alto impacto en los adolescentes y, especialmente, en los menores hasta los 3 años de edad.

Un informe (Media Child and Adolescent Health: A Systematic Review)  realizado en el año 2009 por la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y el California Pacific Medical Center, en el que se analizan 173 estudios sobre salud y uso de tecnología, señala que la media de exposición de los jóvenes a las nuevas tecnologías es de 45 horas por semana, frente a las 17 horas que pasaban sus padres y a las 30 que actualmente pasan en la escuela; 45 horas de exposición en las que se incluyen la televisión, los juegos, móviles, mp3, etc.

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La sicóloga infantil María Eugenia Ziliani, señala que “Estas cifras en el caso chileno pueden ser más dramáticas aún. Por ejemplo, los escolares chilenos pasan más de 30 horas en las escuelas, liceos o colegios, considerando que éstos tienen jornadas obligatorias de entre 7 u 8 horas diarias. Además de ello, para el caso de nuestro país, las 17 horas semanales que según el estudio, los niños y jóvenes estarían con los padres, pueden ser excesivas, si se contempla las horas de traslado de los adultos de sus trabajos a sus casas y el tiempo efectivamente disponible para compartir en el hogar. En la realidad de nuestras familias ocurre también, que las madres suelen destinar varias horas de su jornada en la casa al trabajo doméstico, además del trabajo remunerado fuera del hogar, con lo cual el tiempo para compartir y conversar es aún menor”.

Según el mismo estudio, niños de 4 y hasta de 3 años apenas suben al auto, piden a sus padres el celular para jugar. Tan pronto llegan a su casa, encienden automáticamente la televisión.

Ante esta afirmación, la sicóloga agrega que hay incluso niños menores de 3 años que incurren en estas prácticas. “En el metro, en las calles, en los autos, se ven padres, madres y otros adultos que les pasan un celular a niños que van en coches o en sillas, que pueden tener aproximadamente entre 18 meses y 3 años. Si acaso los padres no acceden a la demanda por alcanzar u obtener ese equipo, puede desatarse un llanto y un comportamiento en el niño, “tipo pataleta”. Aparentemente lo que los niños quieren, es ver un episodio de un programa de televisión o jugar algún juego electrónico. Los padres se ven cansados, ocupados en una conversación con otro adulto o en otras situaciones, todas ellas familiares para quienes nuestra vida cotidiana ocurre en una mega ciudad. En este contexto, podría parecer casi inhumano pedirles a los padres, madres u otros adultos significativos para el niño, que en vez de pasarles medios tecnológico, sostuvieran con ellos una breve conversación, del tipo…fíjate en esa niña que aparece en la fotografía…está sonriendo… y esas letras tan grandes que ves allá arriba, con una de ellas comienza tu nombre…muéstrame si ves otras niñas o niños…a lo mejor encuentras un auto…te fijas cómo se abren las puertas…y todas las personas que entran…tal vez veamos otros niños… Puede ser también que los padres lleven siempre a mano un libro o más de uno, que puedan compartir con el niño, como un medio para sostener un pequeño diálogo con él, sobre los protagonistas de la historia, sus emociones, los hechos que viven…cómo termina”.

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La pregunta que muchos padres se hacen es si la tecnología es mala; la verdad es que por sí sola, no lo es; es el grado de supervisión lo que puede marcar la diferencia entre el uso y el abuso.

Ziliani afirma que la concepción de supervisión es limitada. Primero porque “supervisar” a adolescentes puede parecer y ser efectivamente más control, que acordar límites en conjunto. Control y supervisión, pueden oponerse a la construcción de una relación de confianza, en la que los criterios propuestos por los adultos, se fundamentan, se ponen sobre la mesa, para conversarlos y puedan así los jóvenes analizar el propio beneficio de una regla que al definir un límite les hace sentido cumplirla y auto limitarse, aunque no tengan a la vista ningún adulto o “supervisor” para “controlar su cumplimiento”.

El estudio revela que existe una alta correlación entre la excesiva y desregulada exposición a los medios y los problemas de salud de los niños a largo plazo.

Factores de vulnerabilidad

Como en la mayoría de adicciones, existen factores predisponentes o de vulnerabilidad que facilitan que una persona se convierta en adicta o dependiente.

Según la Asociación Americana de Psiquiatría, los niños pueden padecer síntomas similares a las adicciones tradicionales como el alcohol o las drogas, cuando usan en exceso las nuevas tecnologías, tales como teléfonos inteligentes o “Smartphone”, vídeo juegos, tabletas y el Internet.  Estos son algunos indicadores:

  1. Cuando la actividad de la que sospechamos pasa a ser el centro prioritario para la persona. Todo lo demás pasa a segundo término, incluso actividades que antes eran placenteras como salir con los amigos.
  2. Si se confirma un aislamiento del resto de la familia. Se pasa horas encerrado en su habitación y le cuesta respetar incluso los horarios de comida o sueño.
  3. Se vuelve huraño e irascible. Discute fácilmente y no atiende a razones.
  4. Se utilizala mentira para justificar o tapar algunas de sus conductas. En casos extremos puede haber conductas de hurto para conseguir dinero en el caso que lo necesite para seguir con su adicción. No reconoce que tenga un problema. No quiere hablar de ello.

Aun no existe una clasificación exacta del problema. Según el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) se puede clasificar como un trastorno adictivo no clasificado lo cual no es muy exacto, sin embargo podemos tener algunos indicadores que nos permiten detectar cuando existe dificultad.

Protección

Más allá de dar un diagnóstico los padres deben estar atentos a las señales que puedan indicar un abuso en el uso de las nuevas tecnologías e igualmente tomar acciones que generen factores de protección; estas son algunas recomendaciones:

  • Establecer un horario de juego de acuerdo a la edad con períodos de descanso que no impliquen el uso de la tecnología
  • Evitar el uso de la televisión, internet etc como “niñera”
  • Eliminar el hábito del uso de la tecnologías como una rutina, limitar los tiempos de exposición y dar opciones de gratificación diferentes por ejemplo el juego libre, el deporte, visitar los parques etc
  • Generar hábitos de estudio y rutinas cotidianas que incluyen actividades gratificantes diferentes al uso de los medios.
  • Hablar con los hijos sobre con quien mantienen comunicación virtual y explicar sobre los riesgos.
  • Los niños menores de tres años no han de ver la televisión, ni usar celulares o tablets.
  • Alertar a los hijos sobre los efectos de la publicidad.
  • No encender la televisión durante las comidas pues induce una mayor ingesta de comida y afecta la comunicación familiar

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